martes, 3 de noviembre de 2009

Paco, involucrado en el cursioso incidente de un perro a medianoche



El protagonista se llama Christopher, un chico autista de 15 años, que vive sólo con su padre (ya que su madre murió) en una ciudad inglesa llamada Swidom. El chico tiene muchos problemas para relacionarse y comprender el mundo como lo hacemos el resto de personas. Por ejemplo, no le gusta nada el amarillo, aunque le gusta mucho el rojo. Para relajarse eleva números al cuadrado y al cubo, o gime para dejar de oír el resto de cosas.

Una noche halló el cuerpo asesinado del perro de su vecina, la señora Shears, en su jardín. La vecina, pensando que él lo había matado (ya que lo estaba abrazando), llamó a la policía. Cuando llegó se lo llevaron a comisaría pero su padre lo trajo de vuelta a casa.

A partir de entonces, Christopher decide escribir un libro con una historia sobre un detective (él mismo) que, como Sherlock Holmes, ha de ir buscando pistas y rastros hasta averiguar quién asesinó a Wellington, el perro.

A medida que investigaba, descubría muy pocas cosas sobre el asesinato, pero a una vecina se le escapó decir que el padre de Christopher tenía muchos motivos por los que odiar al ex marido de la señora Shears. Más tarde, se volvieron a encontrar y la vecina le contó que su madre y el señor Shears tuvieron un romance y ahora vivían juntos en otra parte. Christopher no entendía esto, porque él estaba seguro de que su madre murió.

Según avanzan los hechos, el chico va escribiendo su libro sobre detectives. Un día su padre lo leyó y se enfado muchísimo, (evidentemente porque la vecina le contó lo que ocurrió con su mujer). Escondió el libro en una cajita secreta que tenía en su armario, para que Christopher no lo continuara.

Christopher encontró el libro, y dentro de la misma caja, un montón de cartas, que iban dirigidas de una mujer para “Christopher”. Comenzó leyendo unas pocas, pero él pensaba que estarían dirigidas a otro Christopher, porque él no conocía a nadie vivo que se dirigiera a él de esa forma.

El segundo día que pudo leer más cartas sin que su padre lo supiera, las leyó todas. Se dio cuenta de la realidad. Se mareó mucho, vomitó y se quedó dormido. Cuando su padre lo encontró tendido y con las cartas, entendió lo que había ocurrido, y después de bañarle y ponerle ropa limpia, se lo explicó todo. Como que para su madre era muy difícil cuidar de él, por lo que se hartó y se fue de casa, y por eso su padre le dijo que se murió. También prometió que nunca volvería a mentirle. Esto a Christopher no le importó mucho, pero entonces su padre le confesó que fue él quien mató a Wellington, a efecto de un ataque de rabia tras discutir con la señora Shears.

Christopher se asustó mucho, se escapó de casa e intentó buscar un nuevo hogar. Tras pensarlo mucho, se dio cuenta de que la única persona a la que podía acudir era a su madre, y como memorizó su dirección de las cartas, se dispuso a ir a Londres. Tras una odisea llena de horribles obstáculos para el chico, llegó a la casa de su madre.

Ella, sorprendida, decidió acogerle unos días, pero el señor Shears vivía ahora con ella y a él no le pareció una buena idea. Su padre, tras haberle buscado durante dos días, apareció en el apartamento, y discutieron mucho. El padre quiso hablar con Christopher, pero este no le dirigía la palabra, seguía muy asustado porque pensaba que era un criminal por haber matado al perro.

El señor Shears y su madre discutieron durante días, y finalmente volvieron a Swidom, aunque a Christopher no le gustó la idea de volver a ver a su padre. Volvieron a discutir, y el chico se volvió a negar a hablar son su padre. La madre encontró trabajo para poder alquilar una minúscula habitación que compartir con su hijo, pero a los pocos días, el padre desesperado, pudo hablar con Christopher. Le propuso un proyecto, en el que con el tiempo necesario, se acabarían reconciliando, porque no le volvería a mentir, y le sería fiel siempre. También le compró un perrito, para demostrarle sus disculpas y para que tuviera alguien con quien jugar.

Independientemente de la historia, el punto de vista desde la que se narra esta novela es distinta a cualquier otra. Es muy curioso observar con los ojos y pensar con la cabeza de un autista. Llega al extremo de desear que existiera una epidemia que acabase con todas las personas que no son como él. Y darse cuenta de que lo evidente para nosotros no lo es para él, y viceversa.


La historia es muy realista, porque no interviene absolutamente ningún elemento que no podamos encontrar en nuestra propia ciudad. Además del chico autista, se ven muy bien todos los elementos que le condicionan y que él condiciona. Su familia, que a raíz de los problemas que conllevan cuidar de un chico como él, se divide, las cosas que le gustan, como todo lo que sea de color rojo, o lo que no, como por ejemplo que los alimentos en un plato se toquen, o la simples expresiones faciales de las personas.


Hay partes de la historia que contienen algo de acción. Para el chico, usar el metro, solo y por primera vez es peor que morirse.
En conclusión, es una novela que merece la pena ser leída, sobre todo por lo especial que es su protagonista.

PACO MURO, 1º H

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