martes, 3 de noviembre de 2009

Dos capítulos más de Los flood


CAPÍTULO 5
Orkward Warlock odiaba a todo el mundo incluso a su familia. A veces también se odiaba a sí mismo.
Aunque lo que más odiaba, era a los hermanos Flood.
Orkward vivía en el colegio porque sus padres no le aguantaban. Los internos de Quicklime eran, por lo general, de lugares mucho más lejanos, como de otras galaxias o universos paralelos. Orkward, venia de la Tierra. Desde los tres años había pasado todos sus días en el colegio.
Cuando los alumnos se iban de vacaciones, Orkward se quedaba con Marton, Doorlock (el de mantenimiento), Geroge Shrub (el jardinero) y Narled, un ser extraño mitad hombre mitad maletín.
Se quedaba en su habitación, donde hasta las arañas se asustaban de él. Tenía colgadas fotos de todos los alumnos con alfileres clavados en ellos.
Pero a los Flood los odiaba más que a nadie porque ellos lo tenían todo: hermanos para jugar, padres a que los querían, se llevaban bien e incluso Mordona, la madre de los Flood, era la bruja más guapa que existía. En cambio Orkward no sabía ni cómo era su madre.
Incluso Primrose, que se descubrió que era hermana de Orkward, no quería, por nada del mundo, que se supiera que eran parientes.
El problema de Orkward es que no sabía sonreír ni ser amable.
Sólo tenía dos amigos: uno se llamaba Sapo y se pasaba el día bajo la cama oliendo los calcetines de su amigo.
El otro era un espejo que, cada vez que Orkward le preguntaba algo, la respuesta siempre era que algún Flood era mejor que él.
Así que Orkward ideó un plan para acabar con los Flood el día del deporte.

CAPÍTULO 6
El profesor Prebender Glorius, en clase de invisibilidad, al pasar lista no veía a sus alumnos pero era normal porque, practicaban lo aprendido. Se desesperaba cada vez que lo hacía.
Pero tenía un truco, pronunciaba las palabras ‘’Día del deporte’’ y aparecían todos.
Les explicó que este año había, por primera vez, deportes invisibles como el lanzamiento de jabalina.
En este deporte, si el lanzador y la jabalina se hacían invisibles, no tendrían ninguna complicación en medir la distancia del lanzamiento porque podrían seguir las manchas de sangre dejadas a su paso.
Tras esta explicación, todos los alumnos volvieron a hacerse invisibles hasta que sonó el timbre de salida.

Me lo sigo pasando muy bien sobre todo en estas fechas en las que se aproxima Halloween.

PAULA 1º E

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