domingo, 18 de octubre de 2009

David Gómez: enganchado a Septimus


A la mañana siguiente Snorri, se levantó muy temprano. Mientras desayunaba, pensó, que todo lo referente a la fantasmagórica barcaza real había sido tan solo un sueño. Después de la primera comida del día, Snorri se cargó al hombro su bolsa de muestras de la bodega. Se encontraba llena de felicidad, pues le encantaba aquel sitio al que había llegado, aquellas aguas verdes del río perezoso y el olor a hojas de otoño y madera quemada que flotaba en el aire. Le fascinaban los altos muros del Castillo que se levantaban ante ella, y que ocultaban todo un nuevo mundo por descubrir. Snorri subió el empinado camino que conducía a la Puerta Sur y respiró hondo. El aire era fresco, pero no como el de la helada por la que Snorri sabía que su madre estaría caminando de regreso a su oscura casita de madera en el muelle.

Cada vez me gusta más este libro. Me estoy "enganchando". Voy a leer un poco más en mi casa porque me gusta la historia de Snorri.

David Gómez, 1º E (ESO)

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